El reloj más viejo de la ciudad marca cinco a las doce,
como si levantara espadas para asesinar la noche.
Si la cuerda no se termina, será el crimen perfecto.
Entretanto, el relojero yace luego de hacer el amor.
Eso es perder la noción del tiempo.
sábado, 18 de abril de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Un saludo, Coyote. Ojalá que andes deambulando por ahí, entre carreteras, ideas, pensamientos, palabras.
Que gusto por ese saludo tuyo que resulta clarividente. Efectivamente, recorro carreteras, busco esas memorias que tienen que ver con los corridos, dejé la vereda y me pierdo y me encuentro en atajos mágicos. Ya iré subiendo algunos episodios que me han sorprendido. Un abrazo.
Y que el tiempo se detenga...
...porque esa velocidad de sesenta segundos por cada minuto a veces exaspera...
...porque esa velocidad de sesenta segundos por cada minuto a veces exaspera...
Publicar un comentario